Noticias

La Revolución de los Vinos Rosados

¿QUE TAL UN VERANO ROSA?

Hace más de dos décadas que los vinos Rosé o Rosados prometen ser el hit del verano con  la promesa de que son bebidas bajas en alcohol ideales para refrescarnos. La idea tiene un fresco argumento si miramos a su origen, en las zonas vitivinícolas más cálidas de Francia, donde sus viñedos de variedades tintas se destinan a elaborar vinos con menos grado alcohólico y menos color pensando en calmar la sed de los turistas que llegan hasta sus costas mediterráneas durante los meses más cálidos del año. Sus rosados son deliciosos para beber fríos, refrescados en hieleras con vista al mar y en compañía de sus pescados y mariscos.

El problema, por estas latitudes sudamericanas es que lo que prometían nuestros primeros vinos  poco tenían que ver con rosados de la costa francesa; incluso tenían colores tan intensos, casi radioactivos, que nadie se tomaba realmente en serio la idea de refrescarse con ellos.

Pero como en el resto del mundo los vinos rosados pálidos y bien secos, estilo francés sí fueron ganando importancia y se fueron ubicando, junto a los vinos espumantes, dentro de las categorías que  más crecen entre consumidores, los  productores de vino chileno se plantearon conquistar ese mercado, y como siempre, por suerte, en casa algo queda. Así fue como muchos decidieron que para ser buenos rosados debían dejar de hacer lo que hasta entonces hacían.

Eso significó dejar de hacer vinos rosados dulces, que nacían del descarte, o sangría, del proceso de elaboración de vinos tintos de gran cuerpo. Proceso en el cual antes de que los vinos se maceren con sus pieles para extraer color se deja escurrir una buena cantidad de jugo para concentrar relación de piel con líquido. Si, tal cual cómo hacemos cuando preparamos una salsa y buscamos perder agua mediante el calor para concentrar sabores. El problema de estos vinos de sangría, cuyos jugos se fermentan sin pieles como si fueran vinos blancos,  es que no eran pensados para ser rosados frescos, con bajo alcohol y rica acidez, sino que para hacer algo útil con ese descarte. Si alguien quería en serio hacer vinos rosados, entonces, tenía que darle una vuelta a esta manera de pensarlos.

En ese camino,  comenzaron a buscar variedades de más rica acidez natural o de variedades plantadas en zonas más frescas. O, sino, simplemente  a cosechar mucho antes.  Gracias a ello,  nació todo un nuevo mundo de vinos rosados chilenos refrescantes, que poco a poco comenzaron a conquistar con sus excelentes precio calidad los mercados de exportación.

En ese camino de empezar a disfrutar vinos rosados más frescos, secos y pálidos, además surgió una variedad, que hasta entonces no se veía en las etiquetas de los vinos chilenos, la Cinsault, o Cargadora, famosa en la región de Provenza, origen justamente de los grandes rosados del sur de Francia. Así como las tintas  Garnacha, y Cepa País, de poco color en sus pieles, al igual que otra linda cepa para rosados, la Pinot Noir. Y así, poco a poco, incluso entrando en el mundo de los espumantes rosados con estas variedades de pieles menos coloreadas, descubrimos que con ella se podían hacer deliciosos vinos livianos, de rica acidez muy refrescantes.

Y cuando ya parecía que los rosados no podían sorprendernos más, empezamos a ver a nuestros viñateros mezclando cepas blancas y tintas como nunca antes, sin copiar ningún patrón, mezclado Moscatel de Alejandría y Semillón con País o con Cinsault.  Esta podríamos decir es la última generación de rosados que se suma a un panorama cada vez más refrescante y sabroso, aunque todavía son todavía son pocos los chilenos que descubren sus bondades.

Si todavía no se atreven a probarlos, nuestra recomendación es refrescarlos  bien refrescados y servir en copas solo medio llenas, para que no se calienten esperando que las terminen, y acompañarlos con platos fríos, como ensaladas de vegetales o pastas, carnes frías,  pescados  o mariscos a la plancha y, como no, pescados crudos y rolls en todas sus versiones. ¿Cuando? Desde el aperitivo al mediodía, hasta el atardecer.