Un juego de palabras… Aquavitae o agua de vida es el término latín para destilados, y en nuestro país, si bien los vinos llevan una delantera en desarrollo, innovación y éxito de sus exportaciones, cada año vemos nuevos proyectos en este segmento de bebidas alcohólicas dando grandes pasos. Y no sólo hablamos de pisco chileno, el gran destilado que posee su propia D.O., sino de ginebras, vodkas, licores de hierbas y fortificados. Se trata de toda una familia que aportan mucha más diversidad de aromas y sabores a nuestras copas. Aquí una pequeña selección para tentarse a probarlos.
Pisco Álamo Blanco de Ovalle. Si bien nos parece una novedad este proyecto pisquero, nació ya el año 2012 de la mano de Chafik Álamo, quien vio en el hobby de su tío Elías Álamo, una oportunidad de negocios. Elías, es cooperado de Capel y dueño de la marca Pisco Ovalle, con la cual comenzó a elaborar uno de los primeros piscos premium de Chile. Pisco Álamo blanco nace de su legado y es un destilado de vino de uvas Moscateles, elaborado en alambiques de cobre. En la copa es limpio, brillante, sin color alguno, lo que le hace ideal para coctelería. Ello, sumado a sus notas que recuerdan flores de azahar y rosas blancas, además de aromas frutales a pera blanca, membrillo y notas cítricas como cáscara de limón. En boca es cremoso, fresco, balanceado y muy persistente en su final. Su creador recomienda servirlo en copa con hielo, ojalá recién salido del congelador. Y en coctelería como base del Pisco Sour, del Chilcano (con ginger ale) o del Pistón (agua tónica).
Vodka Sirena de Chiloé. Todo comenzó con el interés de Roberto Taverne, enamorado de la naturaleza y del mar, de potenciar las materias primas de Chiloé; donde llegó a vivir para administrar un lodge en la isla de San Pedro. El proceso, cuentan, fue largo. Con un pequeño alambique prestado, inició las primeras pruebas en base a papas locales y poco a poco mejoró la técnica de destilación. El salto vino con la asesoría del enólogo Heinrich Männle y un alambique de cobre antiguo, cuyo dueño en Alemania se los lo vendió con la condición de que produjeran alcohol y no para usarlo de adorno. El lema de Sirena, primer vodka chileno, elaborado con papas chilotas y agua de vertiente de la misma Isla San Pero, es que es más que un vodka: “es una experiencia compartida, una isla, una pertenencia a algo mayor”. Dato duro: se utilizan ocho kilos de papas para producir una botella de vodka. En nariz recuerda al bosque húmedo del sur y en boca deja sensación cremosa, de sabor suave. Atentos si están pensando en cocteles, es un vodka con mucho carácter.
Ginebra Sicario del sur de Chile. Obsesionado con la obtención de un gin único hecho en Chile, su maestro destilado, Stefano Cabrini, se dirigió hacia el sur. Allí, combinó la pureza de nuestras aguas de deshielo y sus frutos orgánicos, como maquis y frambuesas. Además, sumó botánicos locales como menta, raíz de lirio, cilantro e infusión de cítricos; todo lo que sumó al carácter propio que aporta el fruto del enebro (las nebrinas) y que es la base del carácter único de las ginebras. Los frutos frescos seleccionados, se maceran en pequeños lotes en un alcohol puro y luego se mezclan con los botánicos para volver a destilar en alambiques de cobre español. El resultado es una ginebra suave y sedosa en el paladar, con buen balance entre alcohol y botánicos, predominando los cítricos en nariz y las notas de las nebrinas en la boca.
Elixir Massoc Frères del Itata. Este macerado de hierbas es la máxima expresión del trabajo que está realizando en el Valle del Itata el enólogo François Massoc para su proyecto familiar; basado en destilar los orujos de vinos tintos y rebajarlos con las aguas medicinales de las Termas de Cauquenes. Llenos de alcohol y aromas, los orujos de cepas tintas son residuos orgánicos de la fermentación alcohólica, pero muy difíciles de reutilizar en compost, por eso fue que François y su señora Noëlle Gueneau De Mussy, quisieron darle esta segunda oportunidad destilándolos. El alcohol base que obtuvieron sería como una grappa para los italianos o un marc para los franceses, por eso también lo guardaron en barricas viejas para hacer su propio Le Marc. Otro poco, lo usaron para fortificar un vino tinto y hacer su Fortmidable. El resto lo maceraron con hierbas aromáticas y medicinales de todo Chile por varios días, uniendo la ayuda de sus dos hijas en el proceso. El resultado, al que agregaron vino blanco de Moscatel y azúcar, es un elixir dulce, con aromas a hierbas como manzanilla, rica-rica y flores blancas. Ideal será para disfrutar con hielo, o sumarle además una buena agua tónica y rodaja de limón.