Latas, BiB o botellas de 3 litros y más… Así es, no solo entre cepas y valles esta la diversidad. También el mundo del vino se abre cuando se nos ofrece en diferentes formatos. Aquí les contamos cuáles hay más allá de la clásica botella de 750 ml cerrada con corchos naturales, y cuáles son sus ventajas según la ocasión.
Se dice que en las crisis, hay que saber ver las oportunidades, por eso si hay un formato de venta de vino que ha crecido como la espuma este último año durante la pandemia, ha sido el llamado Bag in Box o también BiB. Este formato que parte con la guarda de un litro y medio de vino y puede llegar a los 1,000 (aunque nunca lo hayamos visto más grandes de 5 litros), luce como una caja de Tetra Pack común y corriente; aunque es mucho más que eso. Como bien lo describe su nombre, en realidad es una bolsa dentro de una caja, la que a su vez tiene una llave para poder abrir cómodamente sin necesidad de un descorchador. Además, y de ahí su éxito, una vez abierto, su tapa permite que no entre aire en la bolsa. De esta manera el vino nunca se oxida. Podría parecerte algo nuevo el BiB, porque en Chile prácticamente no se ve en supermercados, su mercado objetivo. Pero la verdad es que está dando vueltas en el mundo desde hace varias décadas. Lo que sorprende es que entre el año 2019 a 2020, a nivel global haya crecido como formato en un 8. Solo en el Reino Unido dicen creció un 300%. Mientras, todos los demás formatos retrocedieron. En los países nórdicos, incluso, ya pueden representar hasta el 60% de las ventas en supermercados. Su ventaja, además, a pesar de su gran formato, es que su forma rectangular es fácil de guardar incluso dentro del refrigerador. Otro dato, que de seguro nos dará ganas de tenerlos en Chile, no solo se usa para los vinos más baratos.
Si de comodidad hablamos, otro formato que ha ido ganado terreno, sobre todo asociado a vinos blancos, es el de las botellas de vidrio selladas con tapas de roscas. Una tendencia que partió en Nueva Zelandia, donde supimos hoy los consumidores más jóvenes ya están tan acostumbrados a verlos en sus botellas de vino, que no saben siquiera usar un descorchador cuando se enfrentar como cosa rara a un corcho natural. Tal vez sea una exageración, pero el dominio de la rosca, creada para evitar la contaminación de botellas selladas con corchos naturales contaminados con anisoles (*), nos habla de que cuando no hay oposición de consumidores tradicionales cerrados a la tecnología, como lo es aún el consumidor de países latinos, como México e incluso Chile, las cosas pueden cambiar en apenas un par de generaciones.
En este camino, para evitar la contaminación de corchos naturales, nació antes que la tapa de rosca, el corcho sintético, pero su camino al éxito ha sido más complejo. Porque son más duros de sacar, y duros devolver a poner en la botella, y porque no son reciclables.
Y es que sí, a las nuevas generaciones -muchos más conscientes por el cuidado del medioambiente que sus antepasados- no les gusta el plástico, tampoco las botellas de vidrio súper pesadas. Aunque, de nuevo, en mercados más tradicionales, todavía ante la incredulidad de países ecológicamente más responsables, las botellas gruesas de hombros imponente siguen significando estatus y calidad sobre la mesa.
Si están pensando en reciclar y vienen a sus cabezas las latas, no están tan equivocados. Desde antes de la pandemia las latas han querido conquistar el mundo del vino, con la propuesta de ser más cómodas de transportar y livianas si estamos en una actividad al aire libre. Ni hablar, si tuvimos que cargar con ellas por varios kilómetros de sendero escarpado. Lo cierto, es que su entrada al mercado también ha sido lenta, si se piensa en ese público más joven, que también bebe menos alcohol. Lo curioso es que según lo que hemos visto en Chile al menos, es que el nicho para las latas parece estar más bien en casa; pensando para servir una porción de vino en una buena copa una noche cualquiera, sin necesidad de abrir una botella entera. Porque, hay que decir las cosas como son, el vino sí entra por los ojos. ¡No es acaso uno de sus grandes atractivos su color? Además, el diseño de la forma de las copas para apreciarlos mejor, según cómo entran el a boca, es todo otro un mundo que no hay que desconocer.
La practicidad del formato singular de las latas, nos hace reflexionar por qué las botellas de 750 ml siguen siendo el formato que domina el mundo del vino en el año 2021. Sobre todo si pensamos que la razón de su capacidad está en la capacidad pulmonar de quienes soplaban botellas hasta que su producción se industrializó en el siglo XVIII.
Esta reflexión sumada a el porqué de las latas en la ciudad, sin duda nos lleva a pensar por qué los formatos más pequeños de medio litro o 375 no se han popularizado más, con el paso de los años. Y, por qué siguen asociados a vinos más económicos que paradójicamente se sirvieron como gran lujo por décadas en vuelos internacionales.
Si nos vamos al otro extremo, no podemos dejar de mencionar los formatos XL, utilizados especialmente en la restauración para banquetes con muchos comensales. El más famosos de ellos, sin duda es el de la botella conocida como mágnum, con la capacidad de 1.5 litros, el doble de una normal. O de la doble magnun, llamada Jeroboam. Ambos formatos tienen una ventaja, más allá de servir exactamente el mismo vino a un gran grupo de personas. Ella es la de evolucionar mucho más lento en el tiempo, debido a que su corcho es del mismo tamaño que una botella de 750. Por lo tanto, su oxido-reducción a través del corcho, en relación con el volumen total de la botella es menor. Así es que si acaso están pensando guardar un gran vino para una celebración familiar importante, ya lo saben. Los grandes formatos son lo más indicados, además de que les aseguramos un gran revuelo entre invitados al servirlos.
Si se lo habían preguntado, los formatos más grandes, esos que vemos rompiendo contra cascos de barcos, son solo para la foto, y cómo no, llamar la atención en tiendas o restaurantes. Por lo general, nos contaron en una visita a una gran casa de Champaña en Francia, se rellenan con botellas más pequeñas. Curioso es sin duda que sus nombres, como el de la doble magnun (Jeroboam), se asocian a reyes del Oriente, como aquí les detallamos algunos de ellos para despedir esta nota:
Imperial o Matusalen: 8 botellas de 750 ml
Salamanazar: 9 botellas de 705 ml
Baltazar: 12 botellas de 705 ml
Nebucadnezar: 15 botellas de 705 ml