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El Guerrero de Benjamín Lira para Domus Aurea

Comenzamos la serie Vino y Arte con mayúscula  junto a Santiago Wine Club, conociendo los secretos detrás de la etiqueta de uno de los grandes Cabernet de Quebrada Macul; sin duda alguna, el de mayor impacto visual.

Si queremos hablar de Arte con mayúscula en etiquetas de vinos Chilenos, no podemos dejar de comenzar el recorrido por la más famosa de todas; y si no nos equivocamos, también la primera.  Se trata de la etiqueta que viste el gran Cabernet Sauvignon del proyecto Quebrada Macul. Un vino que nació con la cosecha 1996, después de que por muchos años sus dueños, la familia Peña, vendiera a otras bodegas las uvas de sus viñedos plantados en los años 70; en las afueras de Santiago,  justo en los pies de los Andes. Entonces, su enólogo fue Ignacio Recabarren, tal vez, por cierto, el enólogo chileno con mayor alma de artista brillante de todos los tiempos. Tal vez por ello, o no, naciera el vínculo entre los Peña y Benjamín Lira, el artista plástico que eligieron para elaborar la etiqueta de ese primer vino.

Lo que sí sabemos con certeza,  es que en los años 90 Lira era ya uno de los grandes pintores chilenos, de fama internacional, y recién volvía a vivir a su país natal  después de casi dos décadas radicado en Estados Unidos. Lira había comenzado a formarse como artista ya cuando tenía 11 años, y tuvo en Chile reconocidos  maestros. Si bien en el ámbito universitario comenzó estudiando arquitectura, pronto viajó a España donde estudiaría Dibujo y Pintura. Otros cursos de especialización, lo llevarían a Londres y Nueva York, donde obtuvo el grado de Master en Bellas Artes.

El encargo que le hiciera a Lira la familia Peña para su primer vino, era por un lado  capturar en una imagen  el gran carácter de su origen en la Quebrada de Macul. Un lugar dominado por la influencia de la montaña, reflejado en su gran amplitud térmica, con noches muy frías, así como  suelos pobres, con muchas piedras aluviales y con muy buen drenaje. Y, por el otro lado, querían que reflejara el gran carácter del vino, con gran estructura y elegancia a la vez; nacido en este terroir excepcional particularmente para la variedad tinta Cabernet Sauvignon.

Así fue como nació la imagen del busto, sello de Lira a lo largo de su carrea, con una montaña marrón de fondo. Pero no era cualquier busto. El francés Jean Pascal Lacaze, enólogo de Domus desde el año 2003 y su actual director técnico, nos cuenta que era el busto de un guerrero desnudo que hacía pensar en un guerrero mapuche. Esta primera alternativa que recibieron de Lira, fue muy rupturista para  la época, cuenta Pacaze, porque era una época cuando las etiquetas de vinos chilenos eran muy clásicas;  en su mayoría, con fachadas de casonas coloniales sobre fondos blancos o en color crema.

Lacaze cuenta también que ante la sugerencia de hacer algo más clásico, menos guerrero, Lira agregó una corona a la cabeza del guerrero a modo de colage. Esta sería imagen la que ha vestido a Domus Aurea desde su nacimiento hasta hoy.

Para nuestra sorpresa, Lacaze nos relata que la segunda alternativa, la de la corona, fue considerada aún peor que la primera, pero que entonces Lira les dijo algo así: “Si no les gusta, lo siento, es mi última versión”.  Por eso cree que el respeto por el artista de tal reconocimiento, llevó a la familia Peña a tomar lo que sería un gran riesgo, y que indudablemente hoy todos sabemos fue un gran acierto.

Después nacería Stella Aurea, la versión femenina de Domus. La cual, explica Lacaze, nace cada año a partir de las barricas que no tienen la fuerza para llegar a ser parte de Domus. “Suelen ser de la parcela 10, las que después de seis meses al unirlas ganan un carácter propio: menos estructurado, más efectivamente femenino”.  Luego, como segundo vino o ensayo de Domus, cuenta Lacaze, nacería Alba de Domus. De allí el pizarrón detrás de su busto. Un vino que con los años ya tiene una identidad definida y que nace del cuartel 10. Tras esta trilogía, nacería toda la familia de vinos que hoy tiene Viña Quebrada Macul identificada con los inconfundibles bustos de Benjamín Lira.