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¡Blancos! ¿Qué tienen ellos, que no tienen los tintos?

El verano ya está aquí y de seguro ya están pensando en los pescados y mariscos que van a disfrutar con vista al mar. Y, sí, es raro, muy especialmente en Chile que entonces estemos pensando en vinos tintos para su compañía, muy especialmente porque por estas latitudes las costas son frías, de allí lo sabrosos que son nuestros mariscos, y también lo sabrosos en acidez que son nuestros vinos blancos. Y, bueno, para pescados y mariscos nada mejor que unas gotitas de limón, lo que en vinos equivale a blancos cítricos y frescos como los que se producen con vista a la costa del Pacífico. 

Hoy, hacer esta asociación (mariscos – vinos blancos del Pacífico) es mucho más común que décadas atrás, cuando Chile era sólo conocido por sus vinos tintos, y ciertamente pocos pescados y mariscos consumíamos. ¡Por suerte, todo cambia!

Fue a finales de los años 80 cuando la industria del vino en Chile empezó a darse cuenta que si sus vinos blancos no eran bien apreciados en los mercados de exportación, era porque algo faltaba. Ese algo era acidez = gotitas de limón; y así descubrieron que las cepas blancas, de períodos de madurez más cortos que las tintas en general, necesitaban crecer en climas más fríos. Y sí, si queremos frío en Chile durante la época de madurez de las uvas, es decir entre primavera y verano, debemos ir en dirección al mar, o bien hacia el Sur, o subir bien arriba a la Cordillera. En resumen, había que moverse de lugar. Y eso, hicieron los productores de vinos interesados en vender más y mejor. 

Primero, lo más fácil, aunque no sospecharon que habría tantas heladas de primavera, comenzaron a plantar en el Valle de Casablanca, a unos 26 kilómetros de la costa.  Luego en su vecino Valle de San Antonio, a unos 15 kilómetros. También en la costa del Limarí, hacia el Norte. La más osada, una mujer, María Luz Marín, incluso se atrevió a plantar en el pueblito costero de Lo Abarca, a 5 km de la costa; toda una hazaña. 

También, aunque tardaron más en obtener reconocimiento, se comenzó a plantar hacia el Sur. En Traiguén, hoy lo más prometedor de la vitivinicultura por su abundancia de agua para cultivos (situación opuesta que hacía el Norte de Chile).  Y cómo no, también subimos hacia las alturas.  

En estas cuatro décadas nuestros blancos han dado saltos gigantes en calidad, y no sólo eso, también redescubrimos zonas abandonadas en la costa del Itata. El mejor regalo, sin duda, para nuestros frutos del mar y por supuesto el verano con vista al mar. 

Aquí nuestros vinos blancos = gotitas de limón,  recomendados de clima frío:

https://santiagowineclub.cl/?swoof=1&estilo=blanco